La cumbre vino a ser una especie de “contra-cumbre” de la que se había realizado a fines del año pasado en Copenhague. Vino a dar un sentido mundial de protesta contra los países industrializados. Desde el protocolo de Kyoto nada se ha avanzado en la reducción de la contaminación en ninguno de los diferentes aspectos que esto implica. Es más: se ha aumentado considerablemente las emisiones de dióxido de carbono por las industrias, petroleras y los desechos nucleares (que recientemente tuvieron reuniones más de 40 países con Obama para viabilizar quien puede tener servicios de esta tecnología).

Esta cumbre, denominada “Conferencia Mundial de los Pueblos Sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra” (CMPCC), se realizo en Tiquipaya-Cochabamba el mes pasado tenia como tarea poner -ni más ni menos- cuál sería la alternativa al sistema capitalista culpable de la destrucción del planeta. Y, el otro tema, más ambientalista, que se refiere a la supervivencia de las especies.

UNA DISCUSIÓN QUE NO ESTUVO PRESENTE EN LA CUMBRE

En dicha cumbre se ha discutido de todo: desde cómo salvar al planeta a cómo hacer que los países frenen su emanación de tóxicos. Pero el problema sigue siendo el sistema de producción imperante. El capitalismo en su dinámica se destruye a sí mismo, al hombre y a la naturaleza en su afán de acumulación de capital. Sin importar consecuencias para las generaciones futuras utiliza indiscriminadamente los recursos no renovables. “Marx mismo señaló que esta tendencia del capitalismo al acrecentamiento ciego e incontrolado de la producción conducirá inevitablemente a empobrecer, degradar y en definitiva destruir las dos fuentes de toda riqueza social, es decir, la fuerza del trabajo humana, por una parte y por la otra, la naturaleza, las fuerzas productivas naturales.” (Citado de “Construir otro futuro” de Roberto Sáenz).
La discusión –obviamente- no se centró realmente en cómo destruir al capitalismo… sino en los argumentos de cómo pasar –mágicamente- “de un sistema al otro”… y esto sin lucha de clases. Por supuesto que acá estaban todos los reformismos de distintos colores que en sus países hacen cualquier cosa con tal de tener ganancias a costa del futuro de la naturaleza. Solo para dar un ejemplo: mientras se discutía cómo se reducirán las emisiones de carbono en el departamento de Potosí se riega el suelo con arsénico proveniente de la explotación de la mina San Cristóbal. Por supuesto este mineral será explotado en los países industrializados y los desechos volverán al tercer mundo luego que cumplan su función útil. Si se ven estas cosas en nuestro país: ¿en qué queda todo lo que se a discutido?: ¡solo cae en saco roto!
La reducción de gases al 50 % implicaría seguramente caer en una gran crisis y sabiendo que Estados Unidos no esta para andar jugando a parar ninguna industria. La crisis ha demostrado lo perverso del capital y por este motivo no tendrá contemplación si tiene que liquidar el futuro de la humanidad. La discusión esta presente pero no se habla en voz alta que la única alternativa es el socialismo pero por la vía revolucionaria. Mucho se escuchó en la cumbre que “los pasos al socialismo tienen que ir despacio”: ¿acaso la tierra puede esperar los 50 años que plantea García Linera? La alternativa es la destrucción del capitalismo y poner la tecnología en función de la humanidad.

CAMBIAR ALGO PARA NO CAMBIAR NADA

En realidad lo que se discutió fue como el capitalismo puede ser más “benefactor” con nosotros… Como podemos “aliviar” los efectos que dicho capital ha creado… Si bien ha habido voces que decían que “hay que cambiar de sistema para salvarnos” nunca en la cumbre se planteó destruir al capitalismo. Y más de donde vienen esas palabras: ninguno de los representantes presentes tiene realmente colocada la perspectiva de ir a una transición a otro sistema económico que no fuera el capitalismo.
Por supuesto las voces se empezaron a levantar y más concretamente con la crisis económica. Pero no basta con hablar para cambiar un sistema que reina hace más de 200 años. El representante del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Yoriko Yasukawa nos dice “hoy en día nadie esta contento con el sistema económico existente y más que todo la crisis financiera ha puesto en evidencia que un capitalismo salvaje, sin ninguna regulación, que permite cualquier tipo de práctica para el lucro individual, no es el camino”… ¿Acaso esta gente nunca se dio cuenta de lo perverso del sistema, de que no puede haber otro capitalismo “más humano que el actual”, que la verdadera alternativa es el socialismo o la barbarie?

LA MESA 18
LOS TRAPITOS NO SE LAVAN NI ADENTRO NI AFUERA.

Evo Morales planteó que “a la cumbre se venía a discutir los problemas del mundo y no los de Bolivia”… O sea: acá hacemos lo que queremos… sólo denunciaremos lo que hacen los demás. Por supuesto esta posición es para que no se conozca la realidad que vive el país. Y en este caso concreto fue la polémica Mesa 18 integrada por movimientos indígenas y ong´s como el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq) y la confederación de Pueblos Indígenas del Oriente.
Esta organizaciones planteaban tocar temas internos del país como la contaminación que realizan las empresas mineras, la explotación mineras en territorios de comunidades originarias o el daño al medio ambiente de la represa en el rió Madera (que el gobierno ya negocio con el vecino país del Brasil). Esto fue rechazado por el propio primer mandatario por estar “fuera de tema”…
A continuación extraemos el segundo punto de las resoluciones que planteó la Mesa 18 “Exigimos cambiar el modelo de pseudo desarrollo que privilegia las exportaciones de materias primas. Se plantea avanzar en la construcción de alternativas que estén en función de los intereses de los pueblos, privilegiando la equidad, la solidaridad y la complementariedad.” Por supuesto que esto va en contra de la política del MAS que por ejemplo en el caso de la minería que se enriquece de las migajas que deja su explotación.

LOS TRANSGÉNICOS SOLO ALIMENTAN A LOS PAÍSES INDUSTRIALIZADOS

Pero hay otros puntos más graves: el avance de la frontera de la soya. Este alimento, que solo se consume en los países industrializados (y, sobre todo, para alimentar a los chanchos en China…) es el que más degrada la tierra con los glifosatos que se utilizan para tener al margen la maleza. También es el culpable de la tala de millones de hectáreas y la contaminación del agua de los ríos producto de los fertilizantes usados.
Pero estos cultivos si son subvencionados con diésel por el gobierno. Lo peor es que este cultivo no es para mejorar la alimentación de la población del país sino es para la mera exportación. Esto se realiza en nuestras latitudes por el costo que tiene en el suelo: se degrada muy rápidamente la tierra y por eso las empresas trasnacionales apostaron hace muchos años en planta soja en nuestro continente.

¿RETROCEDER AL PASADO O PONER LA TECNOLOGÍA EN FUNCIÓN DEL HOMBRE Y LA TIERRA?

La salida no es de ningún modo dejar de producir -como dicen muchos indigenistas que “la única forma de parar esto es volver al pasado”- sino es producir acorde a nuestras necesidades con la mejor tecnología para no contaminar. La alternativa por el socialismo tiene que ser en esta perspectiva. Producir para la satisfacción de las necesidades humanas pero no para el derroche de la ganancia por la ganancia misma como es el caso del capitalismo. Poner todas las fuerzas para avanzar en al tecnología que pueda revertir el estado en que está el planeta al tiempo que se desarrollan las fuerzas productivas es la tarea que planteamos desde el socialismo revolucionario.