Martin Camacho

Hoy día hay todo un calidoscopio de sectores en pugna que disputan posiciones en la sociedad mientras el golpe intenta fortalecerse. Si bien el gobierno de Evo Morales ha caído por un golpe cívico militar, no todos lo entienden de esta manera.

Especialmente algunos grupos de izquierda han tenido la caracterización errada de decir que “el gobierno del MAS fue sacado por las masas populares” creyendo que no tenía ningún nexo con la oligarquía cruceña o con la Iglesia. Una caracterización totalmente errada y que muestra una enorme bancarrota, sea por marginalidad, sea por aislamiento nacionalista o doctrinarismo.

Mientras tanto, el gobierno de facto de Áñez intenta perfilarse para, mediante una salida a través de elecciones seguramente fraudadas, dar lugar a un nuevo ciclo político reaccionario en Bolivia.

Ante esto denunciamos el papel que cumplieron estos grupos haciéndose parte del golpismo, como es el caso del POR (Partido Obrero Revolucionario) pero también de grupos menores como el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) y otros grupos que hicieron parte de lo que hoy representa el golpismo[1].

Coadyuvaron en las calles a que caiga el gobierno del MAS y con esto fueron parte de la confusión en la conciencia de la población. Esto terminó llevándolos a una vergonzosa justificación de las masacres de indígenas y campesinos, los que los coloca en el terreno de la capitulación lisa y llana.

Que colocaba en la misma bolsa a “terroristas” con manifestantes. O sea, estuvieron y están de parte de las fuerzas represivas al no denunciar al actual gobierno.

LaConvención Interamericana sobre Derechos Humanos (CIDH) se hizo presente en Bolivia frente a la represión brutal en Sacaba (Cochabamba) y Senkata (El Alto) determinando que “lospatrones de las lesiones que se han registrado ofrecen serios indicios de prácticas de ejecución extrajudicial”… Justificar la acción del gobierno por parte de grupos de izquierda llega al escándalo. A la quiebra de una tradición histórica que en el caso del POR se remonta a los años 30, pero que viene siendo anunciada por décadas de delirio político, aislamiento y degradación teórico-política[2].

Se puede ver claramente que no han sacado una sola declaración después de los hechos de Sacaba o de Senkata. Ateniéndose a la postura que “los que provocaban eran los integrantes del MAS”, justificando cobardemente la acción de los militares, o simplemente siguiendo la línea de la prensa con mentiras de bajo nivel.

El mismo el gobierno golpista de Áñez terminó reconociendo los “excesos” de las FFAA cuando indemnizó a las víctimas, igualmente con trampa de por medio. Al contrario de los partidarios de la izquierda que ven como “peleas inter-burguesas” estas acciones; un escándalo sectario-oportunista.

Los dramáticos efectos del provincianismo

Sacar caracterizaciones erradas en los momentos decisivos puede ser el preanuncio de una caída estrepitosa. Los errores en política suelen cobrarse bien caros cuando se trata de procesos vivos en los cuales elementos de la sociedad se enfrentan, como fueron los hechos de octubre y noviembre pasado.

Pero estas caracterizaciones no son de un día para el otro. En el caso del POR lo colocamos en primer lugar por ser la organización de izquierda con más influencia en sectores del magisterio urbano y algunos intelectuales; los errores de caracterización y ceguera política ya cumplen varias décadas.

Desde plantearse “el rechazo a las elecciones” por el sólo hecho de sacar pocos votos y que la población ya habría “tomado conciencia de la democracia burguesa”… Hoy día lo justifican diciendo que el 30% de las personas votan nulo o blanco, lo cual no es una explicación de nada mientras que no existan organismos de poder realmente masivos y alternativos[3].

Contradictoriamente, el POR no tuvo empacho en colocarse atrás de las filas de la derecha después del referéndum del 21F (¡del cual sí participaron!) haciéndose parte del intento de la oligarquía a retomar las riendas del país.

En el mismo sentido, el MST, un pequeño grupo universitario que se separó de la LIT años atrás, trae también consigo caracterizaciones que lo dejan junto a la derecha reaccionaria de los cívicos.

Con la caracterización de que “no fue un golpe”, se los veía haciendo campaña junto a figuras golpistas de la UMSA (Universidad Mayor de San Andrés)y defendiendo a los grupos de choque neofascistas de Cochabamba y Santa Cruz:Con los rostros encapuchados, con uniformes de combate y armas caseras, los miembros de ese colectivo hicieron frente a los grupos de choque del MAS en los días de conflicto…Su aparente entrenamiento paramilitar o parapolicial y el uso de armamento doméstico los perfiló como un grupo de choque que causaba temor y desconfianza en algunas zonas de la ciudad de Cochabamba…El comandante Departamental de Cochabamba, Jaime Zurita, en declaraciones a los medios, destacó la función que cumplió RJC (Resistencia Juvenil Cochala) los días posteriores a las elecciones generales. En su alocución aclaró que el grupo ya cumplió su propósito y que se atribuían funciones que no les competen, como la de brindar protección y seguridad a la ciudadanía, ya que ambas funciones son de exclusiva responsabilidad de la Policía”. Así es como caracteriza su “prensa socialista” a estos grupos fascistoides; la misma que apoya a los grupos irregulares que salieron a las calles en Cochabamba los días del golpe…

Festejaron la insurrección de la policía como siendo parte del “campo popular” que ellos acreditan defender. Y para sumar a la polémica de estar al servicio de la movilización de la derecha, nunca vieron el problema de quién se apoderaría del poder.

La “ingenuidad” y la perversión es tan grande que pueden decir que lo que se vivió o se vive “es un proceso revolucionario” pero que no logró atraer al campesinado a la insurrección… La pérdida de brújula de clase no podría ser mayor, más escandalosa.

Es claro que las clases explotadas y oprimidas tuvieron mucho mejor instinto. Vieron desde el primer momento que se trataba de un golpe que quitaría sus derechos democráticos y culturales.

En ningún momento el MST menciona la quema de la Wipala como símbolo de lucha del pueblo indígena, quemada por policías blancos demostrando cómo la institucionalidad y el racismo estaba por detrás de las movilizaciones.

Por otro lado, se culpa a los manifestantes antigolpistas de “terroristas y narcotraficantes”. Los mismos que se enfrentaron al ejército en Sacaba como en Senkata con el saldo de más de 30 muertos.

De esto no dicen una palabra evidenciando el papel traidor y alineado a la derecha racista que hoy gobierna en Bolivia.

En parte esto no es nada nuevo en grupos que ven toda manifestación como “progresiva”. Podemos llamarlos objetivistas; grupos que entienden que siempre las condiciones están dadas para un “proceso revolucionario”…

Un poco siguiendo la línea ciega e ignorante de la LIT. Para nombrar uno de los casos más emblemáticos tenemos cuando caracterizaron las revueltas de Ucrania como “progresivas”, en las cuales se terminó dando un gobierno ultra reaccionario.

Hoy día pasa un poco lo mismo en Bolivia, en el que el gobierno de Áñez trabaja para colocar un candidato que termine con todos los privilegios y vuelva a niveles de explotación de los años 90, como el caso de Bolsonaro en Brasil luego de la proscripción de Lula (¡proscripción contra la que, por lo demás, el PSTU de la LIT no luchó!).

El POR también desconoce los hechos como un golpe de Estado, haciéndose eco de las voces de la derecha, los cívicos la Iglesia y la OEA. Hoy día tratan de justificar denunciando al gobierno de Áñez y la política de ultraderecha de Camacho que iría como candidato a las próximas elecciones…

Pero eso era lo que estaba planteado desde las bases movilizadas por la derecha, sólo que el POR nunca lo vio venir. Lo que no terminaron de entender es que cuando las masas salen a las calles contra el supuesto fraude tenían por delante un gobierno, el MAS, con tintes de “izquierda” que habla de socialismo del siglo XXI; un gobierno burgués “progresista” de tipo anormal.

Esa falsa conciencia lleva a que la alternativa venga de sectores más reaccionarios que traen la Biblia al Palacio Quemado, confusión a la que nada ayudan estos grupos que dan cobertura al golpe por la izquierda perdiendo toda brújula de clase.

[1]El grupito de Izquierda Socialista en Bolivia, corriente integrante del FITU en la Argentina, ha esgrimido posiciones vergonzosas semejantes y a nadie se le ha movido un pelo en dicho frente…

[2]Confundirse frente a un golpe de Estado en el propio país ya llega al límite. También la LIT viene cometiendo burradas en este sentido en el caso de Venezuela o habiendo perdido la brújula cuando al golpe a Morsi en Egipto presentado como una “revolución”… La explicación de ésta es la señalada: la marginalidad, la inercia en materia de elaboración teórica y política, el objetivismo.

[3]El ultraizquierdismo sectario y ridículo del POR ya es antológico. Sólo recordar que la consigna única que levantan hace décadas es “dictadura del proletariado” alcanza para reseñar lo que estamos afirmando.