Martín Camacho
Una vez más Bolivia fue a las urnas. Ya el pasado 7 de marzo fue la primera contienda, en ella se eligieron los gobernadores de los 9 departamentos y los 336 alcaldes de los diferentes municipios que se constituye el país. De los 9 gobernadores solo cinco fueron elegidos en primera vuelta y el domingo pasado se terminó el proceso electoral con la segunda.
El partido de gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS), solo consiguió tres gobernaciones y 240 alcaldías. Potosí, Oruro y Cochabamba serán administradas por el partido de Evo Morales. En la segunda vuelta no consiguió ganar ninguna de las contiendas, en parte por un proceso de desgaste. También por la ruptura de algunas figuras ligadas al masismo, que terminaron volcándose a la oposición. Es el caso de la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, y Damián Condori, gobernador de Chuquisaca.
Los números son parecidos a las gobernaciones que conseguiría el MAS en el 2005, cuando Evo asumió la presidencia. Esos fueron años de conflictos hasta la formulación de la nueva constitución. Este retroceso es una alerta frente a las políticas que el gobierno viene implementado con un discurso que no termina de caer bien en la mayoría. La mayoría rechazó contundentemente el golpismo pero también tiene una experiencia hecha con el masismo.
El MAS perdió las gobernaciones de Chuquisaca, Pando y Beni con respecto de las elecciones del 2015. Tal vez la derrota más importante es la del departamento de Chuquisaca, a manos del ex miembro del MAS Damián Condori. Así fue también con Regis Richtes en Pando, quien también fue parte de las filas del MAS.
Por otro lado, el departamento de Santa Cruz es conocido por ser reaccionario en su composición misma. Allí, Rubén Costas ganaba en 2005, 2010 y 2015. El cuasi fascista Fernando Camacho, uno de los protagonistas callejeros del golpe de estado de 2019, es ahora el gobernador electo. Se trata de un típico bastión de la oligarquía cruceña. Un poco parecido pasa en Tarija.
En lo que respecta a La Paz, Santos Quispe derrotó al candidato del MAS. Pero como es la sede de gobierno queda atrapada en la política del gobierno nacional sin poder hacer oposición realmente.
Las voces que explican la evolución del MAS van para todos lados. Por ejemplo, el analista Gregorio Lanza sostiene: “El MAS llegó a su techo. Pensar que está volviendo al 2006 y van a poder retomar es muy difícil porque han aparecido y empiezan a construirse nuevas alternativas en el propio campo popular, en el propio electorado del MAS, que no van a retornar al viejo cauce, sino que buscan la diversificación y nuevos liderazgos”.
Otros dicen que la culpa la tiene Evo Morales al entrometerse en la campaña electoral. El desgaste de la figura política de Evo todavía se hace sentir en sectores que antes fueron afines al llamado “proceso de cambio”.
Por otro lado, el dirigente de la Central Obrera Boliviana (COB) Juan Carlos Huarachi dijo en declaración a la prensa: “Eso amerita una evaluación, no solamente plantearnos temas radicales, sino que más al contrario ver cómo se reconduce el propio instrumento a partir de la fecha, o sea esto es un jalón de orejas a nivel nacional, pero esto se tiene que implementar ahora en la reconducción”.
Se trata de un obvio llamado de alerta que expresa un sentimiento real: las masas no le dan un cheque en blanco a ningún gobierno. Es expresión de una población que se movilizó políticamente en las calles, de su rebelión.